Jorge Tula

Escribe Oscar R. González *

Pasaron cinco años desde que Jorge Tula nos dejó de manera inopinada, sin prevenirnos de que podía llegar a faltar. Así, El Negro se fue discretamente, casi con disimulo, después de habernos acompañado como amigo entrañable y compañero de ideales durante muchos años.

Nos quedan sus enseñanzas y consejos y, también, cierta culpa por haberlo incorporarlo al tumultuoso mundo de la política partidista y parlamentaria. Durante años, trabajamos junto a Alfredo Bravo y en todas las iniciativas políticas del socialismo entre inicios de los 90 y 2008, año de su muerte. Aceptó integrar las listas socialistas y durante un tiempo fue concejal por la ciudad de Buenos Aires.

Recuerdo su generosa disposición para hacernos conocer textos y autores para nosotros ignotos y su esfuerzo por entender muchas decisiones políticas que le suscitaban relativa incredulidad. No obstante, siempre nos acompañó fraternal y solidariamente y se sumó con nosotros al comité ejecutivo del Partido Socialista, cuando éste era verdaderamente tal.

Lo tratamos en el exilio mexicano, cuando nos abrió las puertas de esa gran experiencia políticocultural que fue Controversia y, también, la Mesa Socialista, que devendría, ya en Buenos Aires, en el Club de Cultura Socialista y que albergara a José Aricó y Juan Carlos Portantiero, entre tantos otros.

Hoy, El Negro sigue entre nosotros de otro modo, fortaleciendo nuestra vocación por llevar a la práctica las ideas de emancipación social que cultivó con mesurada pasión y plena convicción. 

* Dirigente de la Confederación Socialista Argentina