DEFENDER LA EXPERIENCIA COOPERATIVA DEL HOTEL BAUEN
Sólo falta la expropiación
Aunque el proceso de autogestión lleva casi una década, su futuro sigue enredado en una maraña jurídica. El titular de la cooperativa, Federico Tonarelli, destaca los logros de los trabajadores y explica que el Estado puede resolver la situación prácticamente sin poner un peso.
allos judiciales, recursos de queja, presentaciones ante la Justicia, ambigüedades e indefiniciones. Aunque ya llevan nueve años de autogestión, los trabajadores del Hotel Bauen siguen enredados en una maraña jurídica que no les permite liberarse del fantasma del desalojo. Para Federico Tonarelli, presidente de la cooperativa a cargo del hotel, pese a la complejidad de la situación, hay algo de lo que no caben dudas: “No vamos a aceptar ningún tipo de propuesta que signifique volver a trabajar para la familia Iurcovich. Llevamos casi una década de trabajo y esfuerzo en un lugar que, cuando comenzamos a gestionar, era un verdadero nido de ratas”.
Para su construcción, en ocasión del Mundial ’78, Bauen SA consiguió un préstamo del ex Banco Nacional de Desarrollo aprovechando los fluidos contactos que el presidente de la empresa, Marcelo Iurcovich, mantenía con la más alta jerarquía del gobierno militar. Dicho préstamo jamás fue cancelado, como tampoco los varios millones adeudados en impuestos. Veinte años después, el hotel fue vendido al grupo económico chileno Solari SA, que pagó sólo una de las cuotas pactadas por la compra y declaró su quiebra en 2001.
Mientras tanto, y como producto de la crisis económica y social más virulenta en la historia del país, surge el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas al que un pequeño grupo de trabajadores del último plantel del Bauen se acerca con la intención de formar una cooperativa.
A partir de marzo de 2003, fecha de la recuperación del hotel por parte de los trabajadores, comienza una ardua labor de rescate de las instalaciones y la puesta en marcha de un proyecto, hoy en pleno funcionamiento, que se ha traducido en una inversión de 5,5 millones de pesos, la creación de 160 puestos de trabajo y la firma de convenios de alojamiento con embajadas, entidades de la economía solidaria, centrales sindicales y diversos movimientos sociales.
La familia Iurcovich, por su parte, creó una empresa fantasma, Mercoteles SA, a la que le vendió el inmueble y que desde hace años se dedica a reclamar su restitución ante la Justicia.
Tonarelli considera indispensable defender la gestión cooperativa y subraya que la única solución al conflicto pasa por la aprobación del proyecto de ley de expropiación. “El Estado puede expropiar casi sin poner un peso —asegura— si se ejecuta la deuda que pesa sobre la familia Iurcovich”. Explica también que no se trata de una erogación millonaria para salvar la fuente de trabajo de tan sólo 160 empleados.
El hotel puede convertirse en un espacio para el desarrollo de prácticas con finalidades sociales. Sus instalaciones podrían ser utilizadas para el aprendizaje de oficios relacionados con la hotelería, el turismo, la gastronomía, el cooperativismo y diversas actividades socioculturales. Con esta mirada, los cooperativistas están ahora abocados a una campaña informativa y de diálogo con diversos actores políticos, entre ellos, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, y el diputado del Frente para la Victoria Andrés Larroque.
Sara Wolfman
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