Por qué me hice socialista
Por Juan B. Justo *
Hubo una época en mi vida cuando salía yo todas las mañanas del hospital, después de pasar media jornada entre los enfermos, los lisiados, los inválidos, las víctimas variadas de la miseria, de la fatiga, de la explotación y del alcohol. Y cuando se hubo apagado algo en mí el orgullo del artífice que opera en carne de hombre, del obrero cuya materia prima son los tejidos humanos, cierto día, al retirarme fatigado, empecé a preguntarme si aquella lucha contra la enfermedad y la muerte que absorbía todas mis fuerzas era la mejor, lo más inteligentemente humano que podía yo hacer. Desbordaba siempre el hospital de carne doliente, sucedíanse los pacientes en la fila de los lechos y en cada lecho, y no salían de allí, sanos o mejorados, sino para caer inmediatamente otra vez entre los engranajes de una organización social que con la ignorancia y el vicio de las masas justifica el privilegio y la opresión. ¡Cuántas veces no aparté la vista, dolorido, de algún mendigo abyecto, a quien, conservándole la vida cuando llegó a mis manos como víctima del trabajo, había yo conducido a semejante situación! ¿Valía la pena empeñarse tanto en conservar esas vidas fatalmente condenadas a un vil sufrimiento? Gradualmente comprendí que había mucho de estéril e indigno en mi tarea, que aquella atención al cuidado de cuerpos humanos lisiados y doloridos tenía en sí algo de fanático y unilateral. ¿No era más humano ocuparse de evitar en lo posible tanto sufrimiento y tanta degradación? Y ¿cómo conseguirlo sin iluminar la mente del pueblo todo, sin nutrirlo con la verdad científica, sin educarla para más altas formas de convivencia social? Y la obra humana, la obra necesaria, se me presentó entonces como una infinita siembra de ideas, como un inmenso germinar de costumbres, que acabaran con el dolor estéril y dieran a cada ser humano una vida digna de ser vivida. Y pronto encontré en el movimiento obrero el ambiente propicio a mis nuevas y más fervientes aspiraciones.
* Fragmento de un discurso pronunciado durante la campaña electoral de 1913.
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