Por el patrimonio de hoy y del futuro

Escribe Susana Rinaldi *

Deseo expresar a través de estas líneas mi profunda preocupación respecto del Complejo Teatral de Buenos Aires, condoliéndome de verdad por esta situación impensada, agraviante y cada día aparentemente más insoluble que viene padeciendo nuestra sala más valiosa, y que arrastra a los actores e intérpretes, sea cual fuere su disciplina.

He manifestado a través de reiteradas alocuciones e incluso a través de un extenso pedido de informes (curiosamente demorado en su tratamiento) mi interés por conocer detalles respecto de su funcionamiento actual en cuanto a la tercerización laboral, las condiciones edilicias y las co-producciones con privados, entre otros temas. La gestión del Ministerio de Cultura de la Ciudad empezó hace tiempo a transformar al Teatro General San Martín y al resto de las salas que integran el Complejo Teatral en dependencias a las cuales se les da menos importancia y prioridad que a los innumerables festivales organizados por el gobierno que encabeza Mauricio Macri.

En las últimas semanas, se cancelaron dos funciones del Ballet Contemporáneo (un baluarte de nuestra cultura): la primera porque se alquiló el teatro para un Congreso Internacional de Abogacía, y la segunda porque en los camarines no funcionaba el agua caliente producto de las viejas calderas del edificio, que esperan su recomposición hace años. Por otro lado, la dirección del teatro informó que en poco tiempo el teatro será cerrado durante cinco meses para llevar a cabo obras de infraestructura.

Un comunicado de la Asociación Argentina de Actores afirma que el Teatro Presidente Alvear también se encuentra en situación precaria de infraestructura. A causa de las últimas tormentas, debieron suspenderse funciones ya que el agua había llegado hasta el foso del escenario. También es precaria la situación de la contratación de los artistas, ya que los bailarines del espectáculo “Chantecler Tango” de Mora Godoy, que se estrenó el jueves 13 de junio, aún no han firmado sus contratos y no han cobrado los ensayos. Así, sigue sin cumplirse el convenio que dicha Asociación firmó con el Ministerio de Cultura en 2011.

Hoy en la Ciudad vemos las palabras “patrimonio” y “cultura” utilizadas habitualmente como compañeras inseparables de vejez, de antigüedad, de detenimiento inútil. Jamás se relaciona a la cultura con futuro, con proyección, con agallas, y con belleza. Lástima. Se está perdiendo un tiempo precioso. Y por eso, la necesidad imperiosa de defenderlas desde el lugar que nos corresponda.

Desde esta banca, tengo hasta 2015.

* Legisladora porteña