ELECCIONES EN LOS ESTADOS UNIDOS
El rostro de un país que cambia
Barack Obama logró su relección con el respaldo de sectores llamados a tener creciente gravitación en la sociedad. En pocas décadas, el establishment blanco pasaría a convertirse en una minoría de la población.
Latinos, afroamericanos, mujeres, gays y sectores de menores ingresos conformaron la coalición social que respaldó a Obama.
La elección fue entre el viejo Estados Unidos blanco, dominado por hombres, y de raíces rurales, contra el Estados Unidos multicolor, sexualmente diverso, urbano y joven.
También fue un ejercicio en el cual, a pesar de los 6.000 millones de dólares de gasto en las elecciones presidenciales y legislativas, miles de actos de campaña, torrentes de publicidad, miles engaños y reiteraciones de que ésta sería la elección más importante, políticamente todo quedó casi igual que antes. Y para colmo, para comprobar que algunas cosas nunca cambian, Florida aún no logra tabular su voto.
Los resultados casi finales son: Barack Obama ganó la presidencia con 303 votos electorales por 206 de Romney, y va ganando el voto popular con 50 por ciento contra 48; los demócratas aumentan un poco su mayoría en el Senado y llegan a 54 por 45 republicanos; y la cámara baja se mantiene con mayoría republicana de 233 por 193 demócratas.
Obama logró consolidar suficiente apoyo entre una coalición amplia del voto femenino (obtuvo 55 por ciento de este sector), los jóvenes (60 por ciento), las minorías, sindicalistas, gays (76 por ciento) y una combinación de los de menores ingresos (63 por ciento) con los mejor educados (55 por ciento). Sin embargo, perdió apoyo a nivel nacional en comparación con 2008. Esa coalición es el futuro del país.
Tal como señala el Centro de Investigación Pew, los sectores minoritarios —que votaron en un 80 por ciento por Obama— son los que se proyecta que se convertirán en mayoría de la población estadunidense para 2050, que actualmente conforman un 37 por ciento de la población y que emitieron un 28 por ciento de los votos totales (un nivel sin precedente) en 2012. Obama ganó 71 por ciento del voto latino, 93 por ciento del voto afroestadunidense y 73 por ciento del asiático. Para 2050, se proyecta que los blancos que ahora conforman 63 por ciento de la población pasarán a ser menos de 50 por ciento, o sea, una minoría más.
Por su lado, Romney obtuvo la mayoría del voto blanco (59 por ciento), masculino (52 por ciento) y de la tercera edad (56 por ciento). Y aunque ganó el voto de los que se oponen al matrimonio gay, al aborto y los que favorecen la deportación masiva de indocumentados, según las encuestas a boca de urna, éstos ya no cuentan con el apoyo de las mayorías.
Ya desde anoche, estrategas y comentaristas republicanos reconocieron que su partido, si no logra aumentar su apoyo entre minorías (sobre todo los latinos), jóvenes y mujeres, su futuro político será cada vez más incierto. Reconocen que su universo tradicional de apoyo se está desvaneciendo, o como dijo hoy un analista, “el establishment blanco se está convirtiendo en minoría”. El voto blanco en 1992 era 87 por ciento del total, para 2012 fue sólo 72 por ciento.
Aunque hoy varias organizaciones latinas celebraron la creciente participación en las elecciones y afirmaron que los dos tercios de su voto fueron parte vital del triunfo de Obama, el hecho es que la elección no se determinó en estados en los que desempeñaron un papel clave. Pero eso no descalifica que los latinos son cada vez más influyente en la dinámica político-electoral del país.
Además, algunos analistas, entre ellos republicanos, consideran que tal vez uno de los errores más graves de la campaña de Romney fue adoptar una postura antinmigrante, ya que les costó apoyo latino aun entre sus filas. De hecho, ayer en las encuestas, se registró que sólo un tercio de los votantes apoyan la deportación de todos los indocumentados, y dos tercios favorecen algún tipo de proceso de legalización. Tal es el cambio demográfico que algunos no descuentan que estados muy sólidamente republicanos como Georgia, Texas y Arizona podrían empezar a ser disputados tan pronto como 2016 al incrementarse el voto latino.
A la vez, aún hay un enorme sector, aunque minoritario, que rechaza lo que el futuro promete, como comprueba la relección del autoproclamado campeón antimigrante Joe Arpaio como sheriff del condado de Maricopa en Arizona.
Y hay cambios dentro del sector latino que también son significativos tanto a nivel local, nacional y hasta internacional. Por ejemplo, el voto latino en Florida ya no es controlado de manera casi absoluta por el sector conservador cubanoestadunidense, un bloque casi automático para los republicanos. Según encuestas a boca de urna ayer, mientras un 50 por ciento de los cubanoestadunidenses votó por Romney, un sorprendente 47 por ciento lo hizo por Obama, y el presidente gozaba de dos tercios del apoyo de latinos no cubanoestadunidenses en el estado (cabe señalar que con el voto anticipado, mucho del voto cubanoestadunidense ya se había emitido anteriormente y estas cifras son de participantes en el día de la elección). Estos cambios por generación y demografía en Florida están fragmentando el control antes casi total de la facción anticastrista y prorepublicana en esa comunidad, con implicaciones importantes no sólo para la dinámica política estadunidense, sino para las relaciones entre Washington y La Habana.
La elección de ayer también registró mayores cambios en otros ámbitos, sobre todo en torno a las mujeres. Por un lado, fueron un bloque determinante en el triunfo de Obama, pero también ahora habrá 20 mujeres en el Senado, el mayor número hasta ahora, con cinco electas ayer. Además, dos republicanos ultraconservadores que eran favoritos para ganar hace sólo un par de meses, fueron derrotados después de que ambos hicieron referencias a que rechazaban el aborto aun en casos de violación, ya que esas situaciones eran por voluntad de Dios. Algunos consideran que esta elección fue el año de la mujer.
Por otro lado, por primera vez en la historia, después de decenas de fracasos, se aprobó en referendo el matrimonio gay en dos estados: Maryland y Maine (tal vez tres, aún se está tabulando el resultado en Washington). Otros seis estados y la capital lo han hecho por actos legislativos o judiciales.
A la vez, los estados de Colorado y Washington aprobaron iniciativas para legalizar y regular la venta de marihuana en una manera similar al comercio de bebidas alcohólicas, algo sin precedente. Ethan Nadelmann, director del Drug Policy Alliance, una de las organizaciones que promueve la despenalización de las drogas, afirmó que estas victorias probablemente representan el inicio del fin de la prohibición de la marihuana en este país y que esto podría tener implicaciones internacionales: por un lado un golpe económico contra el negocio de los cárteles mexicanos y por otro un rechazo a la guerra fallida contra las drogas en todas partes.
Pero queda claro que la elección no marcó la superación de la polarización social, económica y política del país, lo cual queda comprobado con un voto popular dividido. Tampoco registró la voluntad popular ni la opinión de la mitad de la población adulta que simplemente no participó.
David Brooks
Corresponsal de La Jornada en Nueva York
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