REBELIÓN ESTUDIANTIL EN CHILE
Dos modelos en conflicto
Las masivas manifestaciones estudiantiles advierten que los 20 años de la transición democrática chilena, que parecían haber anestesiado la movilización política, han terminado. En ese lapso, los sucesivos gobiernos de la Concertación, —de orientación liberal en lo económico y moderada en lo político— no lograron dar respuesta a demandas que eran acompañadas en voz baja por los partidos que la integraban.
Finalmente, en las elecciones de 2009, se impuso la centroderechista Alianza por Chile, integrada por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), y encabezada por el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, un empresario ligado a los sectores más conservadores y reaccionarios.
Entre las herencias de la larga dictadura pinochetista que arrastra la joven democracia chilena, se cuenta la Ley Orgánica de Enseñanza sancionada en 1981, que estableció el arancelamiento de la enseñanza universitaria oficial y el consecuente retiro del Estado de su financiamiento.
En 2010, el gasto militar sumó 6.198 millones de dólares, que representaron 3,1% del PBI, mientras sólo 0,3%, unos 563 millones, fueron invertidos por el Estado en los establecimientos administrados por el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH). Los 3.192 millones de dólares adicionales que aquellos necesitaron para funcionar, equivalentes a 1,7% del PBI, fueron aportados por el conjunto de los alumnos.
Sólo una de cada cinco familias puede pagar esos aranceles sin recurrir a los créditos que ofrece el Estado; el resto debe endeudarse por unos 6.000 dólares anuales en promedio. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile es el país donde la educación superior pública es más cara y donde los estudiantes más pagan de su bolsillo.
En Chile, confrontan dos modelos de sociedad. Los integrantes de las agrupaciones estudiantiles no se han levantado sólo para resistir a un sistema educativo que margina al que no puede pagar, sino principalmente para decir basta al crecimiento con concentración de capital.
Hasta ahora, el gobierno ha respondido con la represión de la demanda social y una oferta que mantiene el modelo vigente, ya que sólo propone bajar el interés de los créditos que otorga el Estado e incrementar un número de becas por universidad.
Los dirigentes estudiantiles, por su parte, han hecho saber que no se conforman y que su demanda es radical. Por ello, acercaron una serie de propuestas, entre las que se encuentran la reducción del gasto militar en un punto del PBI, lo que permitirá al Estado chileno ahorrar una suma de 1.999 millones de dólares, equivalentes a dos tercios de los aranceles que hoy pagan los trescientos mil estudiantes que asisten a las universidades del CRUCH, además de una reforma tributaria que transfiera al financiamiento educativo recursos provenientes de ganancias extraordinarias.
Fernando Toledo
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