EL CONGRESO DEL PC ESTABLECIÓ NUEVOS OBJETIVOS

China comienza otra larga marcha

Xi Jinping, que reemplazará a Hu Jintao en la presidencia del país, deberá afrontar renovados desafíos. Entre las prioridades, están un crecimiento más volcado al mercado interno y una mayor integración social y regional.

China comienza otra larga marcha
“El deseo de nuestra gente por una mejor vida debe ser nuestra lucha”, sostuvo Xi Jinping durante el congreso.

 

China acaba de elegir nuevo gobierno. El Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) renovó liderazgo y designó como secretario general a Xi Jinping, que en marzo próximo reemplazará a Hu Jintao como presidente del país. Se trata de un régimen de partido único, disciplinado y pragmático —con criterio ajeno a lo que Occidente, como polémico criterio universal, porfía que debería ser una democracia—, y la flamante cúpula deberá atender numerosos desafíos. Xi y quien será el primer ministro, Li Keqiang, forman una suerte de equilibrio entre un sector del partido considerado más elitista, aperturista y representativo de las ciudades ricas, y otro con más base territorial, rural y peso en la juventud comunista. Ambos tendrán que trabajar básicamente en dos frentes.

En términos nacionales, Xi dijo en el Congreso: “El deseo de nuestra gente por una mejor vida debe ser nuestra lucha”, así como “liberar nuestro pensamiento y proseguir con la reforma y la apertura”. O sea, mayor equilibrio social y regional como meta. Menos desigualdades, agravadas estos años, entre los más de 1.300 millones de chinos y entre costa e interior. Menos corrupción, otro ítem central del Congreso del PCCh, desde el discurso de bienvenida del saliente Hu. Y una continuidad de las reformas, la apertura y el crecimiento, acaso en modo más controlado. El propio gobierno —no la crisis global, aunque contribuya— decidió aminorar el ritmo de expansión por efectos no deseados: inflación, burbuja inmobiliaria, daño ambiental. Pero, en delicado equilibrio, el descenso de las “tasas chinas” no podrá quebrar un piso que garantice la estabilidad social y al propio régimen, frente a demandas crecientes de su pueblo.

Otro aspecto destacado de la nueva estrategia china es basar más su crecimiento en el consumo local y ya no tanto en el sector externo —exportaciones, inversiones—, lo cual se está verificando en los últimos datos de la expansión de la hoy segunda economía mundial.

Con respecto a la política externa, China va asumiendo cada vez más liderazgos, que pretende no sean hegemónicos. Durante la gestión de Xi, acaso pase a ser la primera economía si siguen las tendencias que muestran un desplazamiento del eje de la riqueza de Occidente a Oriente —por lejos, el área global que aporta más a la expansión económica— y del Norte al Sur: en 2014, se estima que el comercio Sur-Sur superará al Norte-Norte, tras siglos de preeminencia inversa.

En ese reformateo, América latina deberá estar bien atenta. Tiene cada vez más intercambio con China, que ya es primero o segundo socio comercial en casi todos los países del área. Si bien es un esquema de complementariedad, hay riesgos de primarización económica. De hecho, los principales productos que le exporta la región al gigante asiático son soja, mineral de hierro, petróleo y cobre. Pero, si negocian bien, la Argentina y sus vecinos tienen la oportunidad de establecer lazos más fecundos con la potencia emergente que los que sufrió desde el colonialismo con los factores de poder externo de turno, lazos que en su totalidad dejaron un saldo claramente negativo. Esto se lograría agregando valor a sus exportaciones, arriesgando más en las misiones empresarias que van hacia Oriente, reclamando una balanza comercial más compensada, entre otros factores. La región debería aprovechar más las coincidencias políticas y estratégicas que tiene con China, como ya se ve en el BRICS, en el G-20 y otras instancias de la “gobernanza” global.

Otro dato no menor del Congreso del PCCh fue la presencia de empresarios en los debates, junto a otros actores, como trabajadores migrantes, y la enorme movilización ciudadana, pese a las críticas occidentales sobre un régimen autoritario de partido único. Un diplomático comentaba días atrás que Weibo —nombre propio de la plataforma digital de la poderosa empresa SINA equivalente al renombrado Tweeter— y otros microbloggins que también utilizan genéricamente ese nombre son los ámbitos de mayor participación.

A partir de ellos, comentaba, se han producido en los últimos cinco años muchas de las sanciones de diverso calibre aplicadas por corrupción u otros motivos a 660.000 funcionarios de todos los niveles, según cifras oficiales. Además, se han conseguido cambios en acciones de gobierno por protestas de la comunidad, sea por razones ambientales, de calidad de vida y otros ítems. Y también puede apreciarse, en diferentes grados, esta presencia del espíritu crítico en los medios oficiales de comunicación masiva, que incluyen a los diarios, televisión, radio, Internet. Por supuesto, hay controles muy fuertes y mecanismos de censura, pero la creciente participación social no puede desconocerse.

En ese sentido, se cuenta que China ocupa hoy el primer lugar en cuanto al número de internautas: 480 millones de usuarios, o sea, un tercio de la población del país y nada menos que una quinta parte del total mundial. Uno de cada cinco usuarios del planeta es chino y sólo los usuarios de Internet en China doblan la población estadounidense. ¿Cuánto pasa un internauta chino conectado?, se preguntó recientemente un académico en la revista cultural Ñ, y respondió: 18,7 horas semanales promedio, no muy lejos de las 19,5 horas de un estadounidense.

Julian Assange, el perseguido fundador de Wikileaks, dijo recientemente en una entrevista con el diario Página/12: “A nivel de política local y regional, tienes más posibilidades de hablar libremente en China que en el Reino Unido, sólo porque el nivel de patronazgo aquí (está protegido en Londres, en la Embajada del Ecuador) es muy añejo y muy establecido, mientras que en China es bastante vibrante. Muchas cosas están empezando a suceder, así que soy bastante optimista con respecto a China, al punto de que hay 400 millones de usuarios de Internet que ya han empezado a cambiar la cultura legal en China”.

Esos cambios que frenéticamente vive China también deberán ser procesados por sus nuevas autoridades.

Néstor Restivo

Periodista de Radio Nacional e historiador. Codirector de la revista y el portal Dang Dai.


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